jueves, 14 de septiembre de 2017

Científico creyente nº 11 - Charles Babbage

Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Matemático creyente nº 11

11.    Charles Babbage (1791-1871)


Matemático, ingeniero, filósofo, escritor y científico de la computación inglés, llamado el padre de la computación. Ocupó el famoso cargo de Profesor Lucasiano de Matemáticas en Cambridge[1] entre 1828 y 1839. Miembro, entre otras organizaciones, de la Royal Society, de la Astronomical Society y de la Statistical Society. 

Retomando los esbozos de Kepler, Pascal y Leibniz, diseñó las primeras máquinas calculadoras: la máquina diferencial (para tabular funciones polinómicas, tablas matemáticas y astronómicas) y la máquina analítica (para cálculos matemáticos de todo tipo, un prototipo de computadora moderna). No se llegaron a concretar debido a que aún no estaba desarrollada la tecnología suficiente. Un siglo después, en base a sus diseños, se crearían las primeras computadoras.

Se le recuerda por la frase escrita en Passages[2]: En dos ocasiones me han preguntado, "le ruego, Sr. Babbage", si pones en la máquina cifras equivocadas, ¿saldrán las "respuestas correctas"? ... No soy capaz de aprehender acertadamente el tipo de confusión de ideas que podría provocar semejante pregunta.
On two occasions I have been asked,-"pray, Mr. Babbage", if you put into the machine wrong figures, will the right "answers come out?" ... I am not able rightly to apprehend the kind of confusion of ideas that could such a question.

Se lo considera el inventor o precursor del tacómetro (velocímetro) y del Oftalmoscopio (instrumento para ver el fondo del ojo), pero también de la impresora, que era parte de las máquinas nombradas anteriormente.

Realizó importantes aportes al análisis matemático. Publicó[3] una tabla de logaritmos, libros sobre series infinitas, sobre mecánica y economía, y sobre diferentes asuntos científicos y filosóficos.

Los The Bridgewater treatises on the power, wisdom and goodness of God, as manifested in the Creation. (Los tratados de Bridgewater sobre el poder, la sabiduría y la bondad de Dios, tal como se manifiestan en la Creación) son una serie de ocho tratados de teología natural escritos por varios autores por encargo del reverendo Francis Henry, Conde de Bridgewater. El octavo y último fue escrito por el físico, químico y teólogo William Prout en 1836. Charles Babbage, por su propia cuenta, decidió escribir en 1837 el noveno tratado: The ninth Bridgewater Treatise[4].
En él trata acerca de la anaturaleza de los milagros y la profecía, refutando entre otras cosas la posición filosófica[5] de David Hume quien consideraba los milagros como imposibles. Hume afirmaba que era improbable que un conjunto de testimonios humanos, por más numeroso que sea, podía superar la improbabilidad de los milagros por ellos relatados, certificada por la experiencia del curso de la naturaleza. Babbage, por medio de un análisis de probabilidades matemáticas demuestra que esto es erróneo, evidenciando que es mayor la improbabilidad de la falsedad de tantos testimonios que la improbabilidad de los milagros.

En la conclusión hace suyas las palabras del Arzobispo de Dublin[6]: “Cualquier teoría sobre cualquier tema, que sea realmente sana, nunca puede ser enemiga de una religión fundada en la verdad”
Any theory on whatever subject, that is really sound, can never be inimical to a religion founded on truth.

En su libro Passages escribe un capítulo sobre religión. Allí comienza diciendo[7]:

 Hay tres fuentes de las que se afirma que el hombre puede llegar al conocimiento de la existencia de una Deidad.
1. La prueba a priori o metafísica. Tal es la del Dr. Samuel Clarke.
2. De la Revelación.
3. Del examen de las obras del Creador.
There are three sources from which it is stated that man can arrive at the knowledge of the existence of a Deity.
1. The à priori or metaphysical proof. Such is that of Dr. Samuel Clarke.
2. From Revelation.
3. From the examination of the works of the Creator.
Después de hacer un análisis de las dos primeras, escribe:

“Sigue habiendo una tercera fuente de la cual llegamos al conocimiento de la existencia de un Creador supremo, a saber, de un examen de sus obras. A diferencia del testimonio transmitido, que se debilita en cada etapa, La confirmación de esta evidencia deriva del progreso del individuo, así como del avance del conocimiento de la raza.

Casi todos los hombres pensantes que han estudiado las leyes que gobiernan el mundo animado y el inanimado que nos rodea, coinciden en que la creencia en la existencia de un Creador Supremo, poseído de infinita sabiduría y poder, está abierta a muchas menos dificultades que la suposición de la ausencia de cualquier causa o de la existencia de una pluralidad de causas.

En las obras del Creador siempre abierto a nuestro examen, poseemos una base firme sobre la cual elevar la superestructura de un credo iluminado. Cuanto más el hombre indaga en las leyes que regulan el universo material, más convencido está de que todas sus variadas formas surgen de la acción de unos pocos principios simples. Estos mismos principios convergen, con fuerza creciente, hacia una ley aún más amplia a la que parece estar sometida toda la materia. Tan simple como puede ser esa ley, debe recordarse que es sólo una entre un número infinito de leyes simples: que cada una de estas leyes tiene consecuencias al menos tan extensas como las existentes, y por lo tanto que el Creador que seleccionó la presente ley debe haber previsto las consecuencias de todas las demás leyes.

Las obras del Creador, siempre presentes a nuestros sentidos, dan un testimonio vivo y perpetuo de su poder y bondad superando con creces cualquier evidencia transmitida a través del testimonio humano. El testimonio del hombre se vuelve más débil en cada etapa de la transmisión, mientras que cada nueva investigación de las obras del Todopoderoso nos da una visión más exaltada de su sabiduría, su bondad y su poder”
There remains a third source from which we arrive at the knowledge of the existence of a supreme Creator, namely, from an examination of his works. Unlike transmitted testimony, which is weakened at every stage, this evidence derives confirmation from the progress of the individual as well as from the advancement of the knowledge of the race.
Almost all thinking men who have studied the laws which govern the animate and the inanimate world around us, agree that the belief in the existence of one Supreme Creator, possessed of infinite wisdom and power, is open to far less difficulties than the supposition of the absence of any cause, or of the existence of a plurality of causes.
In the works of the Creator ever open to our examination, we possess a firm basis on which to raise the superstructure of an enlightened creed. The more man inquires into the laws which regulate the material universe, the more he is convinced that all its varied forms arise from the action of a few simple principles. These principles themselves converge, with accelerating force, towards some still more comprehensive law to which all matter seems to be submitted. Simple as that law may possibly be, it must be remembered that it is only one amongst an infinite number of simple laws: that each of these laws has consequences at least as extensive as the existing one, and therefore that the Creator who selected the present law must have foreseen the consequences of all other laws.
The works of the Creator, ever present to our senses, give a living and perpetual testimony of his power and goodness far surpassing any evidence transmitted through human testimony. The testimony of man becomes fainter at every stage of transmission, whilst each new inquiry into the works of the Almighty gives to us more exalted views of his wisdom, his goodness, and his power.



[1] El título de profesor Lucasiano de matemáticas se estableció en honor al fundador de la cátedra, el reverendo Henry Lucas (1610-1663), miembro del Parlamento de Inglaterra en representación de la Universidad de Cambridge. Dicho honor lo tuvieron Isaac Barrow (período 1663-1669), Isaac Newton (1669-1702), Charles Babbage (1828-1839), George Stokes (1849-1903), Paul Dirac (1932-1969) y Stephen Hawking (1979-2009), entre otros.
[2] Babbage, Charles. (1864). Passages from the life of a philosopher (Pasajes de la vida de un filósofo), Longman, Green, Longman, Roberts, y Green. Londres. Pág. 67. Ver: https://archive.org/details/passagesfromlife03char, chequeado el 14/09/2017
[3] Algunos ejemplos:
a) Babbage, Charles. (1824). On the Determination of the General Term of a new Class on infinite Series. J. Smith (impresor de la Universidad). Cambridge.
b) Babbage, Charles. (1827). Table of Logarithms of the Natural Numbers, from 1 to 108000. Edit. J. Mawman. Londres.
c) Babbage, Charles. (1831) On the Economy of Machinery and Manufactures. Impreso por Charles Knight. Oxford. Versión en español: Diez Imbrechs, José (Trad.) (1833) Tratado de mecánica práctica y de economía política. Martinez y Cia.
[4] Babbage, Charles. (1837). The ninth Bridgewater Treatise (El noveno tratado Bridgewater). Edit. John Murray. Londres. Ver: https://archive.org/details/ninthbridgewatai00babb, chequeado el 14/09/2017
[5] Ibídem. Cap. X: On Hume's Argument against Miracles (Sobre el argumento de Hume contra los milagros). Pág. 118
[6] Ibídem. Conclusion. Pág. 159
[7] Ver nota al pie nº 2. Passages. Págs. 396 y 402

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