martes, 23 de agosto de 2022

Científico creyente nº 32 – George Gabriel Stokes (1819 – 1903)

Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Físico nº 12; creyente nº 32

Retrato de Stokes: Archivo Visual AIP Emilio Segrè, Colección E. Scott Barr

32.                           George Gabriel Stokes (1819 – 1903)

Matemático y Físico irlandés, hijo del Reverendo Gabriel Stokes. Ocupó el importante puesto de Profesor Lucasiano[1] de Matemáticas en la Universidad de Cambridge, entre 1849 y 1903. Fue secretario de la Royal Society de Londres durante treinta años y luego presidente por cinco años y presidente del Instituto Victoria (creado en 1865 para explorar la relación entre la religión y la ciencia) entre 1886 y 1903[2]. Recibió la medalla Rumford[3] en 1852 por su descubrimiento del cambio en la refrangibilidad de la luz y la medalla Copley[4] en 1893 por sus investigaciones y descubrimientos en ciencias físicas.

Investigó experimentalmente sobre casi todos los temas de física; se destacó en óptica, muy especialmente en el funcionamiento del ojo; también en la fricción en los fluidos, en la fluorescencia, en las órbitas planetarias, en la gravitación, en los rayos x, etc.  Hay una ley que lleva su nombre (sobre la fricción de un objeto que se mueve en un fluido viscoso). Se sabe claramente que toda su investigación la hizo con la certeza de que la naturaleza es obra de Dios, y que sus leyes funcionan  según Su voluntad y que si Él lo quería podía cancelarlas[5].

Publicó Natural Theology[6] (Teología Natural), un volumen basado en las Conferencias Gifford (establecidas por Lord Adam Gifford “para promover y difundir el estudio de la Teología Natural en el sentido amplio del término, en otras palabras, el conocimiento de Dios”[7]) que el dictó en 1891. En la página oficial de las conferencias[8] se encuentra el texto completo; allí Josipa Petrunic, de la Universidad de Edimburgo, realiza un resumen en el que afirma que Stokes “se centró en la cuestión del diseño divino, al que definió como voluntad y creación de Dios. Para Stokes el Diseño contrasta con el materialismo, que postula que toda la vida y todos los fenómenos inorgánicos son causadas por las leyes naturales, y nada más. Stokes refuta esa opinión con el argumento de que una concepción materialista del universo no puede explicar por qué existen ciertas leyes naturales, tales como la ley de la gravitación… Stokes argumenta… (a favor de) un Dios que creó las cosas funcionales y bellas para el bienestar físico y psicológico de sus criaturas… Stokes se interesa especialmente en la crítica de la visión materialista de la vida que él piensa que se engendra en la selección natural darwiniana. Él también tiene un especial interés en destacar el papel que la Revelación cristiana desempeña al afirmar la limitación de los tipos de conocimiento que los científicos creen que pueden hacer. Un hombre profundamente religioso y un renombrado físico y matemático”.

Al leer su Teología Natural se hace evidente que Stokes era un cristiano practicante y muy conocedor de la Biblia.

Un párrafo de dicho libro dice[9]: “Aquí la enseñanza cristiana viene en nuestra ayuda. De hecho, representa a Dios como Aquel a quien ningún hombre ha visto ni puede ver, como morando en la luz a la cual ningún hombre puede acercarse. Pero también nos habla de Aquel [Jesucristo] en quien se unieron las naturalezas divina y humana, quien, siendo hombre, puede compadecerse de nosotros, y sernos inteligible, y quien, siendo también Dios, puede exhibirnos el carácter del Dios invisible, en la medida en que la finitud de nuestra naturaleza humana puede aceptarlo”

Here the Christian teaching comes to our aid. It does, indeed, represent God as One whom no man hath seen nor can see, as dwelling in the light which no man can approach unto. But it also tells us of One in whom the Divine and human natures were united, who, being man, can sympathise with us, and be intelligible to us, and who, being also God, can exhibit to us the character of the invisible God, in so far as the finiteness of our human nature can take it in.



[1] Ver nota en biografía de Isaac Barrow

[2] Biografía de George Gabriel Stokes, en Gifford Lectures, por Josifa Petrunic, http://www.giffordlectures.org/Author.asp?AuthorID=160

[3] Rumford Medal: ver cuadro de texto en página 179.

[4] Copley Medal: Ver cuadro de texto en la página 25.

[5] Stokes, citado por John Polkinghorne en “Science and Providence” (Ciencia y Providencia), pág. 54, Templeton Foundation Press, 2005.

[6] G. G. Stokes, Natural Theology, ediciones Adam and Charles Black, 1891.

[7] Conferencias Gifford, Wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/Conferencias_Gifford

[9] Stokes, Natural theology, pp. 227-228.

jueves, 18 de agosto de 2022

CON RAZÓN HAY FE. La fe en Cristo no es un salto al vacío (Nota en el periódico El Puente, enero 2013)

Con razón hay fe

La fe en Cristo no es un salto al vacío

 

Por Fernando Walsh, Periódico El Puente, año XXVI, N° 330, enero 2013. P. 12.

Profesor de matemática, física y cosmografía

fernandowalsh@hotmail.com



¿Está la ciencia en contra de la fe bíblica? ¿Nuestra fe es irracional?

¿O, por el contrario, la ciencia aporta fundamentos a la fe cristiana?

 

Decía el filósofo y escritor argentino José Pablo Feinmann en la contratapa del diario Página 12 del 22 de abril de 2012: “No hay razones para creer en Dios. No hay razones para no creer en Dios. Dios es indemostrable. Todos esos ejercicios que radican en demostrar su existencia o su inexistencia son banales. En su camino hacia Dios llega un momento en que la razón, impotente, se detiene. El que quiera creer tendrá que saltar. El que no pueda saltar no creerá. El salto es la fe. Es un salto sobre un abismo, un salto sin red…La razón construye un camino seguro, sólido…

Uno de los grandes principios de la razón es la posibilidad de la verificación empírica. Dios no es verificable empíricamente. Ese es el abismo. Ahí, si aparece, se necesita la ayuda de la fe. La fe me permite saltar el abismo de la imposibilidad empírica

Sin ánimo de juzgar al excelente filósofo, docente, escritor, ensayista, guionista y conductor de radio y televisión argentino, vemos en su pensamiento un factor común de una gran parte de la sociedad de hoy día.

En los ambientes cultos este argumento suele derivar en el ateísmo (Dios no existe) o en el agnosticismo (si Dios existe es imposible conocerlo). Sus practicantes juzgan al creyente como una persona ignorante que cree cosas irracionales contra toda evidencia.

En los ambientes menos cultos el argumento suele derivar en creer cualquier cosa que parezca espiritual, fuertemente influenciado por el pensamiento mágico de la modernidad. Para los primeros el problema radica en que hacen de la razón humana un dios, supuestamente alimentada por algunas teorías científicas. Para los segundos el problema es que verdaderamente saltan a un abismo, a un precipicio sin red, quedando atrapados en sectas, filosofías engañosas o en recetas mágicas que no funcionan.

 La fe cristiana no es un salto al vacío

Por eso necesitamos entender dónde está la falacia del argumento del filósofo. La fe no es un salto al vacío; no es cierto que no haya razones para creer en Dios. La fe cristiana se afirma con la razón y se basa en hechos concretos. Toda la Escritura, la Biblia, desafía al ser humano a pensar. Pero a pensar “bien”. El problema del hombre es que usa mal la razón. Su razonamiento está entenebrecido. El pecado (palabra que se usa poco últimamente) ha ensuciado la razón.

Jesucristo continuamente desafiaba a sus oyentes (y hoy lo sigue haciendo) a meditar, a pensar, a razonar. Toda la Biblia es una continua exhortación a meditar. El problema está en pensar que la fe es creer en cualquier cosa, especialmente en cosas “locas”, irracionales.

La fe no está en contra de la razón; es más, la propia razón siempre está basada en ciertos axiomas o principios básicos que se aceptan por fe. Si dichos axiomas son erróneos, la razón llevará a conclusiones equivocadas. El hombre razona a partir de ciertas afirmaciones a las que considera verdaderas, no porque lo sean, sino porque las acepta por fe. Esto sucede también con las teorías matemáticas, físicas, biológicas, etc.

Si algo no es directamente detectable ¿no existe?

El ateísmo parte del axioma o premisa de que la única verdad es lo que puede palparse a través de los sentidos. De esa forma deduce que Dios no existe. Pero el hombre ha avanzado, por ejemplo en la ciencia, a partir de suposiciones teóricas de que algo que no se ve, existe, a partir de ciertos fenómenos que inducen a pensar que tal cosa existe.

Por ejemplo, el electrón. No se ve, no se siente; ni siquiera se sabe bien qué cosa es. Pero G. Johnstone Stoney (1826-1911) predijo su existencia a partir de ciertos fenómenos que se producían en la naturaleza, que podían explicarse a partir de su posible existencia.

Luego Joseph John Thomson (1856 – 1940), un creyente, logró confirmar su existencia, no porque lo vio, sino por las marcas que dejó cuando experimentó con los rayos catódicos; y luego Robert Millikan (1868-1953), pudo medir una de las propiedades fundamentales del electrón: su carga eléctrica, pero tampoco Millikan lo vio, ni lo tocó; sencillamente detectó la carga eléctrica a partir de medir el peso de algo que interactuaba con el electrón: gotas de aceite.

El famoso ingeniero aeroespacial que diseño las naves que llevaron al hombre a la Luna, Werner Von Braun (1912-1977) dijo: “Muchos hombres inteligentes y de buena fe dicen que no pueden visualizar a un Diseñador. Bien, ¿puede un físico visualizar un electrón? El electrón es materialmente inconcebible y, sin embargo, es tan conocido por sus efectos que lo usamos para iluminar nuestras ciudades, para dirigir los aviones a través del cielo nocturno, y para tomar las medidas más exactas. ¿Qué extraño razonamiento hace que algunos físicos aceptan la realidad de los inconcebibles electrones, mientras que a la vez rehúsan aceptar la realidad de un Diseñador porque no pueden concebir tal idea? Me temo que, aunque en realidad ellos tampoco comprenden el electrón, están dispuestos a aceptarlo porque lograron producir un torpe modelo mecánico de él empleando su experiencia limitada en otros campos, pero no sabrán cómo comenzar a construir un modelo de Dios”.

Un Autor supremo, poderoso, justo y bueno

Así que la existencia de Dios es algo que surge naturalmente cuando observamos lo que existe; igual que como en el caso del electrón, no vemos a Dios directamente, pero como dijo Robert Boyle (1627-1691), el padre de la química: "La inmensidad, la belleza, el orden de los cuerpos celestes, la excelente estructura de los animales y las plantas, y otros fenómenos de la naturaleza justamente induce a un observador inteligente, sin prejuicios a concluir en un Autor supremo, poderoso, justo y bueno"

Dios sí que es verificable empíricamente. La Biblia nos muestra infinidad de formas en que podemos ver el obrar de Dios. La Biblia nos da muchísimas pautas de qué debemos hacer para obtener respuesta de Dios.

Por ejemplo, Jesús dijo: si vosotros permanecéis en mis palabras, pedid todo lo que queráis, y os será hecho. Así que el problema no es que no podamos experimentar empíricamente a Dios; es que hay condiciones que debemos cumplir para poder experimentarlo. Así como los científicos hubieron de realizar los experimentos adecuados para evidenciar la existencia del electrón, la Biblia nos da los pasos adecuados para experimentar la realidad de Dios.

Millikan, Nobel de Física en 1923, de quien hablamos antes, dijo: Los hombres sabios desde siempre han mirado con asombro el orden maravilloso de la naturaleza y, a continuación, reconocen su propia ignorancia y finitud y se han contentado con estar en silencio y con reverencia ante el Ser que es inmanente a la naturaleza, repitiendo con el salmista: Dice el necio en su corazón, no hay Dios"





viernes, 1 de abril de 2022

LA CIENCIA Y LA FE. ¿La ciencia está en contra de la fe bíblica? (Nota en el periódico El Puente, julio 2012)

La ciencia y la fe

¿La ciencia está en contra de la fe Bíblica?


Por Fernando Walsh, Periódico El Puente, año XXVI, N° 324, Julio 2012. P. 10.

Profesor de matemática, física y cosmografía

fernandowalsh@hotmail.com

 

¿Está la ciencia en contra de la fe bíblica? ¿Nuestra fe es irracional? ¿O por el contrario, la ciencia aporta fundamentos a la fe cristiana? En esta nota el profesor Fernando Walsh aporta algunas evidencias de lo que ha sucedido en el pasado y de lo que está aconteciendo actualmente en el mundo de la ciencia.


Cuando en el 2009 el Doctor en Química y en Medicina Francis Collins era designado Director de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU por el presidente Barack Obama, éste lo calificó como “uno de los mejores científicos del mundo”.

Collins es un genetista reconocido mundialmente por haber sido el Director del Proyecto Genoma Humano (1993-2008) que en el 2003 completó la secuenciación del ADN del ser humano, considerado uno de los descubrimientos científicos más importantes de la historia. Él también descubrió los genes responsables de varias enfermedades (fibrosis quística en 1989, etc.)

En el 2006 publicó un libro llamado “The language of God” (El lenguaje de Dios) éxito de ventas, en el que presenta evidencias de la existencia de Dios desde la biología, la astrofísica, la psicología y otras ramas de la ciencia.

En el Desayuno Nacional de Oración del año 2007, ante el presidente George Bush, gobernadores, congresistas y personalidades de distintas partes del mundo, Collins, orador principal, contó delante de unas cuatro mil personas, entre otras cosas, su experiencia de conversión: de ateo a cristiano. Dijo: “la creación de Dios es majestuosa, asombrosa, intrincada y hermosa…Él es el mismo Dios, no importa si lo encuentras en la Catedral o en el Laboratorio. Él está en las leyes de la Física, pero también es la fuente del amor fundamental y del perdón”. Luego hizo algo que sorprendió a muchos, sacó una guitarra e invito a la multitud a unirse a cantar el himno “Alaba a la fuente de la fe y del conocimiento”, del Reverendo Thomas Troeger.

Collins tiene[1] 62 años y es cristiano evangélico.

La ciencia y la fe cristiana, lejos de ser enemigas, se complementan. Ahora bien, no tiene ésta idea una posición dominante en muchos círculos académicos. La educación en el mundo, y especialmente en Argentina, ha pasado a ser cada vez más “atea” o materialista”. Desde distintos ámbitos de poder se viene presionando para que la fe cristiana sea relegada a los templos y que en las Escuelas y Universidades solo “hable” la nueva diosa que todo lo sabe, todo lo puede y todo lo predice: la supuesta “objetiva” e “inmaculada” Ciencia. Pero eso sí, libre de toda “influencia religiosa”. ¡Qué pretensión!

Ahora bien, quienes intentan imponer esta postura desconocen o esconden una realidad incontrastable: la ciencia y la fe bíblica son inseparables desde sus mismos inicios. Como dijo Lord Kelvin (1824-1907) físico y matemático británico, quien realizara aportes fundamentales a la termodinámica: “La misma ciencia debe afirmar el poder creativo de Dios en el universo”.

Como cuento en mi libro “El Señor de los dos libros”,  me he sorprendido al descubrir que los principales científicos de todos los tiempos, que promovieron los mayores descubrimientos y avances en la mayoría de las ramas de la ciencia, han sido o son profundos creyentes en el Dios de la Creación.

Copérnico, Galileo, Kepler y Newton, tan solo cuatro exponentes de los “gigantes de la ciencia”, eran asiduos lectores de la Biblia; por ella conocían que Dios había creado el universo de una forma ordenada y racional, le había dado leyes (Jeremías 33:25) e hizo al hombre a su imagen, con la capacidad de razonar y descubrir la sabiduría manifestada por Dios en la naturaleza. Eso los motivó a la búsqueda de dichas leyes que gobiernan el mundo natural. Su fe cristiana fue el motor impulsor de su trabajo.

James Clerk Maxwell (1831-1879), físico escocés que descubrió las leyes del electromagnetismo, dijo “Toda mi vida he creído en Jesucristo como el hijo de Dios; mi fe en las creación de la mano de Dios ha sido mi más grande motivación en sentido para  todos mis estudios científicos; a Él y solo Él sea la gloria por los siglos de los siglos”.

Gugliermo Marconi (1874-1937), físico e ingeniero eléctrico italiano, quien recibió el Premio Nobel de Física en 1909 por inventar la transmisión telegráfica inalámbrica por ondas de radio, dijo “Yo no he hecho más que buscar las leyes de Dios en el libro de la naturaleza”.

Charles Townes (n.1915)[2] científico estadounidense, que recibió, entre otros premios, el Nobel de Física en 1964 por los aportes al descubrimiento del LASER, dijo: “Creo firmemente en la existencia de Dios, basado en la intuición, las observaciones, la lógica, y también en los conocimientos científicos”.

Una idea que han compartido muchos teólogos y científicos, es la siguiente: hay dos libros, la Naturaleza, que nos habla de las “obras de Dios”, las que nos muestran su poder y grandeza (Romanos 1:20), y la Biblia, que es la “Palabra de Dios”, la cual nos revela su amor infinito, manifestado especialmente en la vida, obra, muerte y resurrección de Jesucristo.

Muchas personas no pueden acercarse a la Biblia porque han sido adoctrinadas en la visión de que la naturaleza es producto del azar. Ven a la Biblia como un cuento de fábulas, porque la visión materialista que excluye lo sobrenatural les ciega la mente. Además el hombre ha inventado tantas creencias fantasiosas que muchos se refugian en la supuesta racionalidad de la ciencia como una defensa para no caer en manos de cualquier doctrina errónea. Pero aun la atea es una creencia irracional.  Por eso, cuando se les enseña que desde la ciencia se concluye en la realidad de un Ser superior que ha diseñado el universo con un “ajuste fino” para que los seres humanos vivamos en este planeta, estamos ayudando a las personas a acercarse a la Biblia, que les mostrará cómo conocer a ese Ser superior y como conducirse en esta vida.

Nuestro principal conocimiento proviene de la Biblia; es el Libro de los libros.

Pero también debemos conocer el libro de la naturaleza. Justus Von Liebig (1803- 1873), iniciador de la química biológica, dijo: La grandeza e infinita sabiduría del Creador la reconocerá realmente sólo el que se esfuerce por extraer sus ideas del gran libro que llamamos la naturaleza”.    De esta manera estaremos mejor “preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1ª Pedro 3:15).



[1] Al republicar esta nota tiene 71 años

[2] falleció en 2015

jueves, 10 de marzo de 2022

Científico creyente Nº 31: James Prescott Joule (1818-1889)

Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Físico nº 11; creyente nº 31

31.               James Prescott Joule (1818-1889)

Ingeniero, matemático y físico inglés. Considerado el principal fundador de la termodinámica. Demostró experimentalmente la “ley de conservación de la energía”, que dice sintéticamente que la energía no se puede crear ni destruir, sino que se transforma de una forma a otra.

En la fábrica de cerveza que su padre poseía en Manchester, realizó un experimento célebre por el que determinó que el trabajo necesario para elevar a una altura de un metro un peso de 428 gramos era equivalente a la cantidad de calor capaz de elevar un grado Celsius la temperatura de un gramo de agua; de esa manera encontró la “equivalencia entre calor y trabajo”. Con sus experimentos refutó la teoría calórica que estaba en boga en ese momento, la cual consideraba que el calor era una sustancia.

Descubrió el “efecto Joule” por el cual, si por un conductor pasa corriente eléctrica, parte de la energía de los electrones se transforma en calor, elevando la temperatura del mismo.

La unidad de la energía del Sistema Internacional de Unidades se denomina joule en su honor.

Fue miembro de la Royal Society de Londres, y entre otros premios recibió la Royal Medal[1] en 1852 y la Medalla Copley[2] en 1870.

Hablando de su teoría de las fuerzas magnéticas, él dice[3]: “Tal teoría me parece permitir una expresión natural y completa de los hechos. No supone nada que no podamos comprender fácilmente, excepto la existencia y las propiedades elementales de la materia, que necesariamente son asumidas por todas las teorías, y que el Gran Creador ha puesto completamente fuera del alcance del entendimiento humano”. Es decir, las teorías podían explicar los fenómenos naturales, pero nunca explicar naturalmente porqué existe la materia y porqué viene “de fábrica” con dichas propiedades, cosa que solo Dios puede saber.

En un artículo científico sobre los efectos caloríficos del electromagnetismo escribió[4]: “Los grandes agentes de la naturaleza son, por el ‘fiat del Creador’[5], indestructibles; y que siempre que se gasta fuerza mecánica, siempre se obtiene un equivalente exacto de calor”

Acerca de la conservación de la energía escribe[6]: “Creyendo que el poder de destruir pertenece solo al Creador, coincido completamente con Roget[7] y Faraday en la opinión de que cualquier teoría que, cuando se lleva a cabo, exige la aniquilación de la fuerza, es necesariamente errónea”

En una conferencia en la sala de lectura de la Iglesia de Santa Ana, Manchester, dijo[8]: “Podríamos razonar, a priori, que tal destrucción absoluta de la fuerza viviente [energía] no puede tener lugar, porque es manifiestamente absurdo suponer que los poderes con los que Dios ha dotado la materia pueden destruirse más de lo que pueden ser creados por la agencia del hombre”

Y un poco más adelante[9]: “De hecho, los fenómenos de la naturaleza, ya sean mecánicos, químicos, o vitales, consisten casi en su totalidad en una continua conversión de atracción por medio del espacio, de la fuerza viva [energía cinética] y el calor, entre sí. Por lo tanto, el orden se mantiene en el universo, nada se trastorna, nada se pierde, sino que toda la maquinaria, complicada como es, funciona sin problemas y armoniosamente. Y, a pesar de que, como en la horrible visión de Ezequiel[10], "la rueda puede estar en el medio de la rueda", y todo puede parecer complicado e involucrado en una aparente confusión y complejidad de una variedad casi infinita de causas, efectos, conversiones y arreglos, sin embargo, se conserva la regularidad más perfecta: el todo está gobernado por la voluntad soberana de Dios”

El dijo[11]: “Después de conocer la voluntad de Dios y obedecerle, el principal objetivo debe ser conocer algunos de Sus atributos de sabiduría, poder y bondad que evidencian las obras de Sus manos”. Y concluyó: “Es evidente que el conocimiento de las leyes naturales no significa otra cosa que el conocimiento de la mente de Dios en ellas expresadas”

Joule fue uno de los científicos más prominentes, de la lista de 717, que incluía a 86 becarios de la Royal Society, en firmar la Declaración de Estudiantes de Ciencias Naturales y Físicas, que transcribo a continuación[12]: “Nosotros, los abajo firmantes, Estudiantes de Ciencias Naturales, deseamos expresar nuestro sincero pesar de que las investigaciones sobre la verdad científica sean pervertidas por algunos en nuestros propios tiempos para ocasionar dudas sobre la Verdad y la Autenticidad de las Santas Escrituras. Concebimos que es imposible que la Palabra de Dios, como está escrita en el libro de la naturaleza, y la Palabra de Dios escrita en la Sagrada Escritura, se contradigan entre sí, por mucho que parezcan diferir. No olvidamos que la Ciencia Física no está completa, sino que solo está en una condición de progreso, y que en la actualidad nuestra razón finita solo nos permite ver a través de un espejo oscuro, y creemos con confianza, que llegará un momento en que se verá que los dos registros coinciden en cada detalle. No podemos dejar de lamentar que las Ciencias Naturales deberían ser vistas con sospecha por muchos que no las estudian, simplemente por la manera desaconsejada en que algunos las están oponiendo a la Sagrada Escritura. Creemos que es deber de todo Estudiante Científico investigar la naturaleza simplemente con el propósito de dilucidar la verdad, y que si encuentra que algunos de sus resultados parecen estar en contradicción con la Palabra Escrita, o más bien con sus propias interpretaciones de la misma, las cuales puede ser erróneas, no debe afirmar presuntuosamente que sus propias conclusiones deben ser correctas y que las declaraciones de la Escritura son incorrectas; sino más bien, déjelos uno al lado del otro hasta que a Dios le agrade que nos permita ver la forma en que pueden reconciliarse; y, en lugar de insistir en las aparentes diferencias entre la Ciencia y las Escrituras, sería mejor descansar en la fe sobre los puntos en los que están de acuerdo”

En su lápida está escrito[13]: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar”, palabras de Jesús en el Evangelio de San Juan, cap. 9 verso 4.

 



[1] Royal Medal 1852: “Por su artículo sobre el equivalente mecánico del calor, impreso en Philosophical Transactions de 1850”.

[2] Copley Medal: Ver cuadro de texto en la biografía de Volta. Motivo: Por sus investigaciones experimentales sobre la teoría dinámica del calor.

[3] Joule, J. P. (1841) On a new Class of Magnetic Forces. [Lecture at the Victoria Gallery, Manchester, February 16, 1841 y publicado en ‘Annals of Electricity’, vol. viii, p. 219], en Joule, J. P. (1884) The scientific papers of James Prescott Joule. Vol. 1. The Physical Society of London (Publ.), Taylor & Francis (Impr.), pp. 46-53. P. 52: «Such a theory seems to me to afford a natural and complete expression of facts.  It supposes nothing which we cannot readily comprehend, except the existence and elementary properties of matter, which are necessarily assumed by every theory, and which the Great Creator has placed utterly beyond the grasp of the human understanding»

[4] Joule, J. P. (1843) On the Calorific Effects of Magneto-Electricity, and on the Mechanical Value of Heat. [Philosophical Magazine, serie 3, vol. xxiii, pp. 263,347 and 435; 21 august 1843], en Joule, J. P. (1884) The scientific papers of James Prescott Joule. Vol. 1. The Physical Society of London (Publ.), Taylor & Francis (Impr.), pp. 123-159. P. 158: «The grand agents of nature are, by the Creator's fiat, indestructible; and that Wherever mechanical force is expended, an exact equivalent of heat is always obtained»

[5] En latín, fiat significa “hágase”. Fiat del Creador es la acción creadora de Dios por medio de su palabra, de su orden. Ej: Fiat lux: Sea la luz (Gn. 1:3)

[6]  Joule, J. P. (1845) On the changes of Temperature produced by the Rarefaction and Condensation of air. [Philosophical Magazine, serie 3, may. 1845], en Joule, J. P. (1884) The scientific papers of James Prescott Joule. Vol. 1. The Physical Society of London (Publ.), Taylor & Francis (Impr.), pp. 172-189. P. 189: «Believing that the power to destroy belong to the Creator alone, I entirely coincide with Roger and Faraday in the opinion that any theory ehich, when carried out, demands the annihilation of force, is necessarily erroneous»

[7] Peter Mark Roget (1779-1869), fue un médico, físico, matemático, filólogo, teólogo natural y lexicógrafo inglés. Autor del quinto tratado Bridgewater: Fisiología animal y vegetal considerada con referencia a la teología natural, que se publicó en 2 volúmenes en 1834.

[8] Joule, J. P. (1847) On Matter, Living Force, and Heat. [A lecture at St. Ann’s Church Reading Room; and published in the Manchester ‘Courier’ newspaper, May 5 and 12, 1847], en Joule, J. P. (1884) The scientific papers of James Prescott Joule. Vol. 1. The Physical Society of London (Publ.), Taylor & Francis (Impr.), pp. 265-276. P. 269: «We might reason, a priori, that such absolute destruction of living force cannot possibly take place, because it is manifestly absurd to suppose that the powers with which God has endowed matter can be destroyed any more than that they can by created by man's agency»

[9] Ídem anterior, p. 272: «Indeed the phenomena of nature, whether mechanical, chemical, or vital, consist almost entirely in a continual conversion of attraction through space, living force, and heat into one another. Thus it is that order is maintained in the universe—nothing is deranged, nothing ever lost, but the entire machinery, complicated as it is, works smoothly and harmoniously. And though, as in the awful vision of Ezekiel, "wheel may be in the middle of wheel", and everything may appear complicated and involved in the apparent confusion and intricacy of an almost endless variety of causes, effects, conversions, and arrangements, yet is the most perfect regularity preserved— the whole being governed by the sovereign will of God»

[10] Se refiere a una visión que tuvo el profeta Ezequiel, la que se encuentra en Ezequiel 1:16: «su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda»

[11] Crowther, p. 138. Ver nota al pie nº 220.

[12] Joule J. P. y otros (1865) The declaration of students of the natural and physical sciences. Royal College of Surgeons of England. Ed. Simpkin, Marshall y Cia. Londres. P. 3: «We, the undersigned Students of the Natural Sciences, desire to express our sincere regret, that researches into scientific truth are perverted by some in our own times into occasion for casting doubt upon the Truth and Authenticity of the Holy Scriptures. We conceive that it is impossible for the Word of God, as written in the book of nature, and God’s Word written in Holy Scripture, to contradict one another, however much they may appear to differ. We are not forgetful that Physical Science is not complete, but is only in a condition of progress, and that at present our finite reason enables us only to see as through a glass darkly, and we confidently believe, that a time will come when the two records will be seen to agree in every particular. We cannot but deplore that Natural Science should be looked upon with suspicion by many who do not make a study of it, merely on account of the unadvised manner in which some are placing it in opposition to Holy Writ. We believe that it is the duty of every Scientific Student to investigate nature simply for the purpose of elucidating truth, and that if he finds that some of his results appear to be in contradiction to the Written Word, or rather to his own interpretations of it, which may be erroneous, he should not presumptuously affirm that his own conclusions must be right, and the statements of Scripture wrong; but rather, leave the two side by side till it shall please God to allow us to see the manner in which they may be reconciled; and, instead of insisting upon the seeming differences between Science and the Scriptures, it would be as well to rest in faith upon the points in which they agree». Ver: https://archive.org/details/b22371382/ chequeado el 09/09/2019.

[13] Imagen de la lápida con la inscripción visible en Wikipedia, James Prescott Joule gravestone.JPG: https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=File:James_Prescott_Joule_gravestone.JPG, chequeado el 03/09/2019: "I must work the works of him that sent me, while it is day: the night cometh, when no man can work” S. JOHN. IX. 4.



Científico creyente Nº 30: Giovanni Caselli (1815-1891)

Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Físico nº 10; creyente nº 30

30.                       Giovanni Caselli (1815-1891)

 

Físico, inventor, escritor y sacerdote italiano. Inventó el Pantelégrafo, un anticipo de lo que sería el fax. Permitía el envío y recepción de imágenes a larga distancia utilizando la red telegráfica.

En 1836 toma los hábitos eclesiásticos. En 1849 se convierte en profesor de física en la Universidad de Florencia. Allí concretó la invención del pantelégrafo, el cual presentó en 1856 al Duque de Toscana, quien, impresionado, financió su trabajo por un tiempo. En 1857 viaja a Francia donde su invento es recibido con entusiasmo, decretándose por ley su uso en la línea telegráfica nacional (1864).

Recibió la Legión de Honor de parte de Napoleón III. También fue usado en Inglaterra (en la línea Londres-Liverpool) y en Rusia (línea Moscú-San Petersburgo). Realizó otros inventos, entre los cuales se destacó un sistema para medir la velocidad de las locomotoras.