La ciencia y la fe
¿La ciencia está en contra de la fe Bíblica?
Por Fernando
Walsh, Periódico El Puente, año XXVI, N° 324, Julio 2012. P. 10.
Profesor de matemática, física y cosmografía
fernandowalsh@hotmail.com
¿Está
la ciencia en contra de la fe bíblica? ¿Nuestra fe es irracional? ¿O por el
contrario, la ciencia aporta fundamentos a la fe cristiana? En esta nota el
profesor Fernando Walsh aporta algunas evidencias de lo que ha sucedido en el
pasado y de lo que está aconteciendo actualmente en el mundo de la ciencia.
Cuando
en el 2009 el Doctor en Química y en Medicina Francis Collins era designado
Director de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU por el presidente Barack
Obama, éste lo calificó como “uno de
los mejores científicos del mundo”.
Collins es un genetista reconocido mundialmente por
haber sido el Director del Proyecto Genoma Humano (1993-2008) que en el 2003
completó la secuenciación del ADN del ser humano, considerado uno de los
descubrimientos científicos más importantes de la historia. Él también
descubrió los genes responsables de varias enfermedades (fibrosis quística en
1989, etc.)
En el 2006 publicó un libro llamado “The language
of God” (El lenguaje de Dios) éxito de ventas, en el que presenta evidencias de
la existencia de Dios desde la biología, la astrofísica, la psicología y otras
ramas de la ciencia.
En el Desayuno Nacional de Oración del año 2007,
ante el presidente George Bush, gobernadores, congresistas y personalidades de
distintas partes del mundo, Collins, orador principal, contó delante de unas
cuatro mil personas, entre otras cosas, su experiencia de conversión: de ateo a
cristiano. Dijo: “la creación de Dios es majestuosa, asombrosa, intrincada y
hermosa…Él es el mismo Dios, no importa si lo encuentras en la Catedral o en el
Laboratorio. Él está en las leyes de la Física, pero también es la fuente del
amor fundamental y del perdón”. Luego hizo algo que sorprendió a muchos, sacó
una guitarra e invito a la multitud a unirse a cantar el himno “Alaba a la
fuente de la fe y del conocimiento”, del Reverendo Thomas Troeger.
Collins tiene[1]
62 años y es cristiano evangélico.
La ciencia y la fe cristiana, lejos de ser
enemigas, se complementan. Ahora bien, no tiene ésta idea una posición
dominante en muchos círculos académicos. La educación en el mundo, y
especialmente en Argentina, ha pasado a ser cada vez más “atea” o
materialista”. Desde distintos ámbitos de poder se viene presionando para que
la fe cristiana sea relegada a los templos y que en las Escuelas y
Universidades solo “hable” la nueva diosa que todo lo sabe, todo lo puede y
todo lo predice: la supuesta “objetiva” e “inmaculada” Ciencia. Pero eso sí,
libre de toda “influencia religiosa”. ¡Qué pretensión!
Ahora bien, quienes intentan imponer esta postura
desconocen o esconden una realidad incontrastable: la ciencia y la fe bíblica
son inseparables desde sus mismos inicios. Como dijo Lord Kelvin (1824-1907) físico
y matemático británico, quien realizara aportes fundamentales a la
termodinámica: “La misma ciencia debe
afirmar el poder creativo de Dios en el universo”.
Como cuento en mi libro “El Señor de los dos
libros”, me he sorprendido al descubrir
que los principales científicos de todos los tiempos, que promovieron los
mayores descubrimientos y avances en la mayoría de las ramas de la ciencia, han
sido o son profundos creyentes en el Dios de la Creación.
Copérnico, Galileo, Kepler y Newton, tan solo
cuatro exponentes de los “gigantes de la ciencia”, eran asiduos lectores de la
Biblia; por ella conocían que Dios había creado el universo de una forma
ordenada y racional, le había dado leyes (Jeremías 33:25) e hizo al hombre a su
imagen, con la capacidad de razonar y descubrir la sabiduría manifestada por
Dios en la naturaleza. Eso los motivó a la búsqueda de dichas leyes que
gobiernan el mundo natural. Su fe cristiana fue el motor impulsor de su
trabajo.
James Clerk Maxwell (1831-1879), físico escocés
que descubrió las leyes del electromagnetismo, dijo “Toda mi vida he creído en
Jesucristo como el hijo de Dios; mi fe en las creación de la mano de Dios ha
sido mi más grande motivación en sentido para
todos mis estudios científicos; a Él y solo Él sea la gloria por los
siglos de los siglos”.
Gugliermo Marconi (1874-1937), físico e ingeniero
eléctrico italiano, quien recibió el Premio Nobel de Física en 1909 por
inventar la transmisión telegráfica inalámbrica por ondas de radio, dijo “Yo no
he hecho más que buscar las leyes de Dios en el libro de la naturaleza”.
Charles Townes (n.1915)[2]
científico estadounidense, que recibió, entre otros premios, el Nobel de Física
en 1964 por los aportes al descubrimiento del LASER, dijo: “Creo firmemente en
la existencia de Dios, basado en la intuición, las observaciones, la lógica, y
también en los conocimientos científicos”.
Una idea que han compartido muchos teólogos y
científicos, es la siguiente: hay dos libros, la Naturaleza, que nos habla de
las “obras de Dios”, las que nos muestran su poder y grandeza (Romanos 1:20), y
la Biblia, que es la “Palabra de Dios”, la cual nos revela su amor infinito,
manifestado especialmente en la vida, obra, muerte y resurrección de Jesucristo.
Muchas personas no pueden acercarse a la Biblia
porque han sido adoctrinadas en la visión de que la naturaleza es producto del
azar. Ven a la Biblia como un cuento de fábulas, porque la visión materialista
que excluye lo sobrenatural les ciega la mente. Además el hombre ha inventado
tantas creencias fantasiosas que muchos se refugian en la supuesta racionalidad
de la ciencia como una defensa para no caer en manos de cualquier doctrina
errónea. Pero aun la atea es una creencia irracional. Por eso, cuando se les enseña que desde la
ciencia se concluye en la realidad de un Ser superior que ha diseñado el
universo con un “ajuste fino” para que los seres humanos vivamos en este
planeta, estamos ayudando a las personas a acercarse a la Biblia, que les
mostrará cómo conocer a ese Ser superior y como conducirse en esta vida.
Nuestro principal conocimiento proviene de la Biblia;
es el Libro de los libros.
Pero también debemos conocer el libro de la
naturaleza. Justus Von Liebig (1803- 1873), iniciador de la química biológica,
dijo: “La grandeza e infinita sabiduría del Creador la
reconocerá realmente sólo el que se esfuerce por extraer sus ideas del gran
libro que llamamos la naturaleza”. De esta manera estaremos
mejor “preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo
el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1ª Pedro 3:15).