sábado, 24 de abril de 2021

Científico creyente nº 26 – Hans Christian Oersted (1777-1851)

Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Físico nº 6; creyente nº 26

 


26.                       Hans Christian Oersted (1777-1851)

 

Físico, químico y farmacéutico dinamarqués (o danés); en 1799 recibió el grado de doctor con una tesis sobre la filosofía de Kant. Oersted (Ørsted en danés) es el descubridor del electromagnetismo; gracias a esto fue nombrado secretario perpetuo de la Real Academia Danesa de Ciencias y Letras y director de la escuela politécnica de Copenhague por él fundada, además de consejero real. Fue rector de la Universidad de Copenhague en varias oportunidades. Entre sus escritos se destacan Consideraciones de las leyes químicas y El espíritu de la ciencia. En 1820 recibe la medalla Copley[1] de la Royal Society por sus descubrimientos electro-magnéticos.

De religión protestante, se casó con Inger Birgitte Ballum, hija de un pastor. Como se describe en Historia de la literatura danesa[2], ha hecho fuertemente hincapié en la relación armónica entre, por una parte, las diferentes formas de conocimiento, la ciencia, la filosofía y el arte, y por otra parte, el Cristianismo. Se lo considera uno de los primeros, sino el primero, en destacar la unidad profunda en la naturaleza y en su comprensión de las leyes de la naturaleza como leyes racionales...y  fue aún más lejos al percibir la naturaleza como los pensamientos de Dios o de una revelación de la voluntad y de la razón divina[3].

Él escribió Aanden i Naturen (El espíritu de la naturaleza). Allí dice[4]: El cristianismo estableció un reino de Dios sobre la tierra...como consecuencia de su naturaleza es también un reino de razón. Mientras que la ciencia se esfuerce tras el mismo objetivo, y contribuya mucho para el desarraigo de las pasiones, y el desarrollo de la razón, es compatible con el cristianismo.

Él dijo[5]: Cualquier investigación exhaustiva de la naturaleza conduce al conocimiento de Dios.

Jede gründliche Naturuntersuchung führt zur Gotteserkenntnis. Oersted.

Poco más de diez años después de su muerte se dijo de él[6]: “Su muerte fué tranquila y suave, propia de un cristiano que, en el estudio de la naturaleza, aprendió á acatar y amar á su Divino Autor, y que  con la grandeza de sus conatos se mantuvo exento de toda pasión vulgar” (Sic)



[1] La Medalla Copley es el premio más antiguo (1731) y prestigioso de la Royal Society, se otorga anualmente por los logros sobresalientes en la investigación en cualquier rama de la ciencia. El premio alterna entre las ciencias físicas y biológicas (años pares e impares, respectivamente).

La han recibido entre otros: Oersted, Kelvin, Pasteur, Planck, Faraday, Rutherford, Einstein, Franklin, etc.

Ver página oficial, Copley Medal; The Royal Society: https://royalsociety.org/grants-schemes-awards/awards/copley-medal/

[2] Dansk litteraturs historie: Ånden i naturen - H.C. Ørsted (Historia de la literatura danesa: El espíritu de la naturaleza – H. C. Oersted), por Kim Minke en Den Store Danske (El gran danés) http://denstoredanske.dk/, Gyldendal 2009-2016.

[3] Ídem anterior

[4] Oersted, Hans Christian, Aanden i Naturen (El espíritu de la naturaleza), editado por Universitetsboghandler A. F. Höst, 1856, cap. 38

[5] Oersted, citado por Hoffmann, Siegbert en “Die Jahrtausend Sensation” (El Sensacional Milenio), BoD – Books on Demand, 2012, pág. 7.

También citado en la tradicional revista alemana: Stimmen aus Maria-Laach, Edit. Herder, año:1902, pág. 89.

[6] Müller, Carl, Juan Cristiano Oersted, en La abeja, revista científica y literaria ilustrada, 1862, tomo 1, Barcelona, págs. 11-12, traducción de Antonio Rave. Disponible en: https://books.google.com.ar/books?id=qks9AQAAMAAJ consultado el 21/06/2016.

jueves, 25 de febrero de 2021

Científico creyente nº 25 - André Marie Ampère (1775-1836)


Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Físico nº 5; creyente nº 25


 

25.  André Marie Ampère (1775-1836)

 

Físico y matemático francés. Fue un niño prodigio; a los doce años manejaba las matemáticas conocidas. Miembro de la Academia de Lyon. Se lo considera el fundador del electromagnetismo; una de sus leyes lleva el nombre de Ampère. La unidad de intensidad de corriente del Sistema Internacional de Unidades lleva también su nombre.

Su fe cristiana era muy profunda. Escribió una muy interesante tesis apologética llamada[1] “Sobre las pruebas históricas de la divinidad del cristianismo”, la que consta de tres secciones: I) Pruebas extraídas del Antiguo Testamento; II) Pruebas extraídas de los escritos de los enemigos del cristianismo y III) Pruebas extraídas de los escritos de cristianos.

En su diario personal escribió[2]: “La mente es solo para llevarnos a la verdad y al bien soberano. ¡Feliz es el hombre que se desnuda para vestirse, que pisotea la sabiduría vana para poseer la de Dios, desprecia el espíritu tanto como el mundo lo estima! No adaptes tus ideas a las del mundo, si quieres que se ajusten a la verdad ... La figura de este mundo está pasando. Si te alimentas de sus vanidades, pasarás como ella. Pero la verdad de Dios permanece para siempre; si te alimentas de él, serás permanente como ella. ¡Dios mio! ¿Cuáles son todas estas ciencias, todos estos razonamientos, todos esos descubrimientos de genio, todas esas concepciones vastas que el mundo admira y cuya curiosidad alimenta tan ansiosamente? En verdad, nada más que vanidades puras ... Estudia las cosas de este mundo, es el deber de su estado; pero míralos solo con un ojo, deja que tu otro ojo esté constantemente fijo en la luz eterna. Escucha a tus hombres instruidos, pero solo escúchalos con un oído; deja que el otro siempre esté listo para recibir los dulces acentos de la voz de tu amigo celestial; escribe con una mano, manten la otra asida a la vestidura de Dios, como el niño a la de su padre ... ¡Que mi alma, desde hoy, permanezca unida a Dios y a Jesucristo! ... Bendíceme, mi Dios”

Ante la ejecución de su padre en 1793 y especialmente la muerte de su esposa en 1803, se aferró aún más a la fe y a la lectura de la Biblia. Él, un profundo científico, le dijo al futuro profesor de historia de la literatura Frédéric Ozanam (1813-1853)[3]: «¡Que Grande es Dios! Ozanam, ¡Que grande es Dios! ¡y nosotros no sabemos nada!»

 



[1] Ampére, A. M.; Valson, C. A. (1897) Mémoire Inédit D’Ampère: Sur les preuves historiques de la divinité du christianisme (Memorias inéditas de Ampère: Sobre las pruebas históricas de la divinidad del cristianismo), Apéndice, págs. 397-419 en: Valson, C. A. La vie et les travaux D’André-Marie Ampère (La vida y los trabajos de André-Marie Ampére). Librería General Católica y Clásica. Lyon.  

[2] Valson, C. A. (1874) Revue Scientifique. Quelques pages de la jeunesse d’Ampère (Revista científica. Algunas páginas de la juventud de Ampère), págs. 1109-1121 en: Le Contemporain: revue d'économie chrétienne (El contemporáneo: revista de economía cristiana). Librería Henri Le Clere Reichel. París; págs. 1120-1121: «L’esprit n’est fait que pour nous conduire à la vérité et au souverain bien. Heureux l’homme qui se dépouille pour être revêtu, qui foule aux pieds la vaine sagesse pour posséder celle de Dieu, méprise l’esprit autant que le monde l’estime! Ne conforme pas tes idées à celles du monde, si tu veux qu’elles soient conformes à la vérité... La figure de ce monde passe. Si tu te nourris de ses vanités, tu passeras comme elle. Mais la vérité de Dieu demeure éternellement; si tu t’en nourris, tu seras permanent comme elle. Mon Dieu! que sont toutes ces sciences, tous ces raisonnements, toutes ces découvertes de génie, toutes ces vastes conceptions que le monde admire et dont la curiosité se repaît si avidement? En vérité, rien que de pures vanités ... Étudie les choses de ce monde, c’est le devoir de ton état; mais ne les regarde que d’un œil, que ton autre œil soit constamment fixé sur la lumière éternelle. Écoute tes savants, mais ne les écoute que d’une oreille; que l’autre soit toujours prête à recevoir les doux accents de la voix de ton ami céleste; n’écris que d’une main, de l’autre tiens-toi aux vêtements de Dieu, comme un enfant se tient aux vêtements de son père ... Que mon âme, à partir d’aujourd’hui, reste ainsi unie à Dieu et à Jésus-Christ! ... Bénissez-moi, mon Dieu»

[3] Ozanam, Frédéric Antoine; prefacio de Ampère (1891, 6ª ed.), Oeuvres Completes (obras completes). Librería Victor Lecoffre. París, Tomo. X, Pág. 39: «Que Dieu est grand! Ozanam, que Dieu est grand! Et que nous ne savons rien!», disponible en:  https://archive.org/details/oeuvrescompltesd10ozan

sábado, 12 de diciembre de 2020

Científico creyente nº 24 - Alessandro Volta (1745-1827)

Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12 de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.

Físico nº 4; creyente nº 24

 






















24. Alessandro Volta (1745-1827)


Alessandro Giuseppe Antonio Anastasio Volta fue el famoso físico y químico italiano que inventó la pila eléctrica (1800). 
También realizó otros inventos, como perfeccionar el electróforo perpetuo [desarrollado originalmente por el sueco J. C. Wilcke (1732-1796)] y que es la base de los condensadores eléctricos que aún se usan; el “cañón de Volta”, disparado mediante una chispa eléctrica, que aislaba el gas metano (sustancia descubierta por Volta); la pistola eléctrica de Volta; el pistolete de Volta, un aparato para demostrar los efectos químicos de la chispa eléctrica, etc. 

Miembro de la Royal Society de Londres y de la Academia de París, fue premiado con la Medalla Copley[1] en 1794 y nombrado por Napoleón Bonaparte Caballero de la Legión de Honor en 1805 y Caballero de la Real Orden Italiana de la Corona de Hierro en 1806. 
Es nombrado senador del Reino de Italia en 1809, conde del Reino de Italia en 1810 y director de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Padua en 1815. 

En su honor, la unidad de tensión eléctrica (o diferencia de potencial) se denomina volt (usualmente conocido como voltio).

La siguiente es una profesión de fe escrita por Volta el 6 de enero de 1815 en una carta dirigida al canónico Giacomo Ciceri, quien le había solicitado ayuda para convencer a un amigo culto, moribundo, que la religión también era para intelectuales. Como se observa, Volta practicaba la religión católica apostólica romana, y consideraba como única religión verdadera la "Santa Religión Católica"; si se refería en términos generales a la fe cristiana y lo expresaba de esa forma, ya que católico significa universal, o si desechaba las otras religiones cristianas, sea ortodoxa, sea protestante (cosa en la que estaríamos en total desacuerdo) no lo sabemos;  sin embargo en este blog podemos ver que en el fondo todos esos científicos creían en el mismo Dios Creador que se revela en las Escrituras [2]

“No sé quién puede dudar de mi sinceridad y perseverancia en esta religión que profeso, que es la Católica, Apostólica, Romana, en la que nací y crecí, y a la cual he adherido tanto interior como exteriormente. Me he extraviado demasiado de las buenas acciones de cristiano católico, y he sido culpable de muchas faltas: pero gracias a la gracia especial del Señor, nunca he fallado en la fe, como mi conciencia me lo dice. Que si esas fallas y desórdenes han, por ventura, dado lugar a una ocasión para que alguien sospeche de mí algo de incredulidad, como una reparación y para un buen fin, le declaro a esa persona y a cualquier otra persona, y estoy dispuesto a declarar en cada reunión y a toda costa, que siempre he guardado y sostengo por única verdad infalible esta Santa Religión Católica, dando las gracias sin cesar al buen Dios por haberme infundido esta fe en la que tengo la intención de vivir y morir con la firme esperanza de alcanzar la vida eterna. En esta fe reconozco un regalo puro de Dios, una gracia sobrenatural: pero yo no he descuidado los medios humanos que confirman dicha creencia, y derrocan las dudas que a veces surgen. Estudié atentamente los motivos y la base de la religión, las obras de apologistas y agresores, las razones a favor y en contra, y puedo decir que resultado de tal estudio es revestir la religión con un grado tal de credibilidad, incluso para la razón natural, que todo espíritu no pervertido por el pecado y pasión, cada espíritu naturalmente noble, debe abrazarla y amarla. Que esta confesión que me ha sido solicitada y que voluntariamente doy, escrita y suscrita por mi propia mano, con autoridad para mostrarla a quien lo quiera, porque yo no me avergüenzo del Evangelio, pueda producir un buen fruto”





[1] La Medalla Copley es el premio más antiguo (1731) y prestigioso de la Royal Society, se otorga anualmente por los logros sobresalientes en la investigación en cualquier rama de la ciencia. El premio alterna entre las ciencias físicas y biológicas (años pares e impares, respectivamente).

La han recibido entre otros: Oersted, Kelvin, Pasteur, Planck, Faraday, Rutherford, Einstein, Franklin, etc.

Ver página oficial, Copley MedalThe Royal Societyhttps://royalsociety.org/grants-schemes-awards/awards/copley-medal/

[2] Kneller, Karl Alois; Kettle, T. M. (Trad.), (1911) Christianity and the leaders of modern science; a contribution to the history of culture in the nineteenth century (El cristianismo y los líderes de la ciencia moderna; una contribución a la historia de la cultura en el siglo XIX). Editado por B. Herder. Londres. Págs. 116-117: «Non so chi mai possa dubitare della mia sincerità e costanza in questa religione che professo, che è la Cattolica, Apostolica, Romana, nella quale sono nato e allevato, ed a cui mi sono attenuto sempre sí interiormente, che esteriormente. Ho ben mancato, pur troppo, riguardo alle buone opere de Cristiano Cattolico, e mi sono fatto reo di molte colpe: ma per grazia speziale del Signore, non ho mancato mai, per quanto mi dice la coscienza, di fede. Che se quelle colpe e disordini miei hanno per avventura dato luogo ed occasione a taluno di sospettare in me qualche incredulità, a titolo di riparazione e ad ogni buon fine dichiaro a quel tale ed a ogni altra persona, e sono pronto a dichiarare in ogni incontro ed a qualunque costo, che ho sempre tenuta e tengo per unica vera ed infallibile questa Santa Religione Cattolica, ringraziando senza fine il buon Dio d'avermi infusa tal fede in cui mi propongo di vivere e morire con ferma speranza di conseguire la vita eterna.  La riconosco sì per un dono di Dio, per una fede soprannaturale: non ho però tralasciato i mezzi anchi  umani di vieppiù confermarmi in essa, sgombrare qualunque dubbio potesse sorgere a tentarmi, studiandol attentamente nei suoi fondamenti,  rintracciando colla lettura di libri si apologetici che contrari le ragioni pro e contra, onde emergono gli argomenti piu validi, che la rendono anche alia ragione naturale credibilissima, e tale che ogni animo non perveriito da vizi, e da passioni, ogni animo ben fatto non puo non abbracciarla ed amarla. —Possa questa protesta, che mi viene ricercata, e che io di buon grado rilascio scritta e sottoscritta di mio mano, ostensibile come si vuole ed a chiunque, giacche non erubesco Evangelium, possa produrre qualche buon frutto»