Continúo con la publicación de los capítulos 8 a 12
de mi libro "El Señor de los dos libros" 2ª edición. Uno a uno iré
publicando las biografías de cientos de científicos creyentes de todas las épocas.
Físico nº 2 (científico nº 22)
2. Robert Boyle (1627-1691).
Físico y químico irlandés, famoso por la
ley que lleva su nombre, la "Ley de Boyle" (acerca de
la relación de proporcionalidad inversa entre la presión y el volumen de los
gases ideales cuando se los mantiene a temperatura constante) ha recibido
también el nombre de "el padre de la química."
Boyle escribió muchísimas y reconocidas obras de
ciencia, pero también varios libros cristianos: El Virtuoso cristiano, Ensayo
sobre la santa Escritura, Disertación sobre los milagros, Discurso contra la
costumbre de las blasfemias, Ensayo sobre la falsa modestia, El cristiano
naturalista, Consideraciones para conciliar la razón y la religión, etc. En una
interesante biografía[1] se dice de él: Los sabios más famosos de su tiempo le
dedicaban sus obras y tenían a sumo honor el ayudarle en sus tareas.
Según manifiesta Boyle, en su libro The Christian Virtuoso (El virtuoso cristiano): “La razón abstracta es reducida y
decepcionante, y no alcanza sino una pequeña porción de las cosas conocibles,
tanto humanas como divinas, que pueden obtenerse con la ayuda de ulterior
experiencia y de la Revelación sobrenatural. No hay conflicto entre la recta
razón y la revelación, ya que las verdades filosóficas tienen el mismo origen
que las verdades reveladas…Ambas, las verdades filosóficas y reveladas proceden
igualmente (aunque no tan directamente) del mismo Padre de la Luz: así como
recibimos del Sol no sólo aquellos Rayos Inmediatos que llegan en línea recta
hasta nosotros en un día claro, sino también aquella que en una noche de luna
llena se refleja hacia la Tierra”[2].
Boyle leía la Biblia cada día a través de su vida y como narra el Dr. Woodall[3]: “su tesis era que el estudio de la ciencia haría que los cristianos
glorificaran más a Dios, ayudaría en la comprensión de la Escritura, y
produjera una apología del cristianismo” y que “Aunque la Biblia no es un libro de texto científico, de vez en cuando
se dirige a temas científicos. Como un telescopio, esta información extiende el
conocimiento del hombre acerca del mundo que le rodea y no contradice los
conocimientos adquiridos en el laboratorio.
Cuando se desata un conflicto entre la ciencia y la Biblia, Boyle
explicó ello ya sea como un error en la ciencia o una interpretación incorrecta
de las Sagradas Escrituras”. Dio grandes sumas de dinero a las empresas
misioneras, y financió una nueva traducción irlandesa de la Biblia. Miles de
copias fueron distribuidas a cargo de su bolsillo.
En
su libro “The Christian
Virtuoso”, Boyle afirmaba: “Que
la consideración de la vastedad, la belleza y los movimientos regulares de los
cuerpos celestes, la excelente estructura de los animales y las plantas, además
de una multitud de otros fenómenos de la naturaleza, y la subordinación de la
mayoría de estos al hombre, pueden justamente inducirlo, como una criatura
racional, a concluir que este vasto, hermoso, ordenado y admirable sistema de
cosas, que llamamos el mundo, fue enmarcado por un autor supremamente poderoso,
sabio y bueno, no puede ser negado por una persona inteligente y sin
prejuicios”[4]
También escribió[5]: «... la misma existencia de Cristo en el mundo, su pasión, su muerte,
su resurrección y ascensión, y todas esas maravillosas obras que él hizo
durante su estancia en la tierra, son a fin de confirmar a la humanidad la
creencia de que Él es Dios y hombre»
Otra vez
escribió[6]: “Y recurro a la Escritura, no como a un arsenal de
armas para defender a un partido o derrotar a sus enemigos, sino a un hermoso
templo, donde me deleito en recorrer y contemplar la elegancia, la simetría y
la magnificencia de la estructura; Para cultivar una reverencia terrible, y
para entregar mi devoción a ese Ser, que se anuncia allí, y cuyos adorables
atributos allí se muestran”
[1] Biografía de Robert Boyle en: El museo de familias, ó Revista
Universal, Tomo IV, impreso por Antonio Bergnes de las Casas, Barcelona,
1840, págs. 162-164, , disponible en: http://books.google.com.ar/books?id=jTIeAQAAIAAJ&pg=PA164&dq#v=onepage&q&f=false
[2] Extraido del artículo El relojero ajetreado: Dios y el mundo
natural en el pensamiento de Boyle, Antonio Clericuzio,
Universidad de Cassino, Italia, disponible en Internet en: http://www.gobcan.es/educacion/3/usrn/fundoro/archivos%20adjuntos/publicaciones/Libro%20Ciencia%20y%20Religion/03_AntonioClericuzio.pdf
[3] Woodall, David, The Relationship between Science and
Scripturein the Thought of Robert Boyle (La relación entre la Ciencia y la Escritura
en el pensamiento de Robert Boyle), revista American Scientific Affiliation,
vol. 49, n° 1, pág. 32, año 1997.
[4] Boyle, Robert (1690) “The Christian virtuoso” (El cristiano virtuoso); ver, por
ejemplo: The Philosophical Works of the
Honourable Robert Boyle. (1738). Editores: W. Innys y R. Manby, West-End of
St. Paul's; y T. Longman, in Pater-Noster-Row. Cita en pág. 239: «That the consideration vastness, beauty,
and regular motions of the heavenly bodies, the excellent structure of animals
and plants, besides a multitude of other phenomena of nature, and the
subserviency of most of these to man, may justly induce him, as a rational
creature, to conclude, this vast, beautiful, orderly, and admirable system of
things, which we call the world, was framed by an author supremely powerful,
wise, and good, can scarce be deny'd by an intelligent and unprejudiced
person». Disponible en:
https://archive.org/details/philosophicalwo01boylgoog.
[5] More, Louis Trenchard
(1944). The life and works of the
Honourable Robert Boyle (Vida y obras del honorable Robert Boyle). Oxford
University Press. Pág. 171: «... the very
existency of Christ in the world, his passion, his death, his resurrection and
ascension, and all those wonderful works he did during his stay upon earth, in
order to confirm mankind in the belief of his being God as well as man»
[6] Boyle, Robert (1664) “Some
considerations on the style of the Holy Scriptures”, Londres. Versión del texto: Págs.
87-88 de la edición de 1825 impresa por Edwards y Savage, Cork, Irlanda: «And I resort to Scripture, not as to an arsenal for
arms to defend a party or to defeat its enemies, but as to a beautiful temple,
where I delight to range, and contemplate the elegance, the symmetry, and the
magnificence of the structure; to cultivate an awful reverence, and to indulge
my devotion to that Being, who is there announced, and whose adorable
attributes are there displayed».
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